domingo, 15 de marzo de 2009

10 de enero.


Cuenta, Eduardo Galeano en El Libro de los Abrazos, de un mediodía de mar. De sol. De amigos, vino y camarones. Y continúa. “Mientras ocurría, esa alegría estaba siendo ya recordada por la memoria y soñada por el sueño”.
Y es ese el ejercicio que me preocupo por hacer, cuando la tarde se siente con todo el cuerpo. Porque mientras caminábamos el Cantábrico, yo por primera vez y Eva como si lo fuera, el sol pegaba donde había historias. Y alumbraba viejas huelgas de astilleros y veranos en la tranquila playa del Poniente. Del casco antiguo de Gijón y Jovellanos. De zonas de drogas y viejas estaciones de trenes. El seguía allí y estuvo todo el fin de semana de fondo. El Cantábrico.
Tomé la precaución de hacerle una foto que a alguien le iba a gustar a mi regreso.
A doce mil kilómetros de ahí, nacía Sofía. Fue el 10 de enero. Y toda esa alegría va a estar siendo recordada por siempre.

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