lunes, 15 de diciembre de 2008

Maleta



Descaradamente solo a once mil pies de altura. Girondo en el bolso de mano. Enredado entre charlas francesas, italianas y alguna parte de Alemania. Vuelvo a mirar las maletas y no me olvido de nada. Vuelvo a cerrar los ojos y no me olvido de nada.

martes, 2 de diciembre de 2008

Necesidades

...Despúes de la foto y de la moneda, el viejo me guiño el ojo...


Es martes temprano, y hace frío por ser diciembre. Rosario amanece repleto de necesidades. Por ejemplo, en España y Rioja un taxista necesita cambio de cien, mientras la pasajera espera de mala gana. En un estudio de abogados de calle Paraguay, el doctor, necesita urgentemente un legajo aburrido sobre su escritorio. Su secretaria necesita vacaciones en cualquier lado. El cajero del banco Municipal necesita dejar de fumar y fuego, que le brinda el policía de la garita.
En el pasaje Álvarez, un contador necesita leer una buena noticia en el diario, que lo lleve a una playa. A dos cuadras de ahí una rubia necesita toda una tarde con su perra en el parque. También necesita que paren las llamadas que atiende desde Catamarca o Jujuy.
Arriba de un 101, una embarazada jovencita necesita un asiento y detrás de la ventanilla, una parejita en uniforme de escuela, se necesitan.
Por calle Sarmiento, y en una habitación del Pami llena de sombras, un hombre necesita despedirse de su mujer. Ya no puede hablar, le dice que la va a extrañar apretando fuerte su mano a la de ella.
Cerca del ciego que necesita ver a la dueña del perfume que lo hace soñar a colores, en San Martín y Córdoba hay varias necesidades frente a frente.
Arrodillado en el piso, un pibe necesita de un abuelo. Aunque sea de goma espuma. No le importa. Necesite que el abuelo le cuente historias viejas. Que le silbe tangos de Julio Sosa, y tenga los bolsillos siempre llenos de caramelos. Que lo lleve al parque Independencia y lo haga reír.
Frente a él, un artista callejero necesita del pibe. Necesita que alguien crea en su magia, para que el clima aparezca. Para que la gente apague el celular y se quede a escuchar al viejo. Y el pibito lo logra.
Y yo, que a veces me despierto descreído de todo, necesitaba de encontrarme con algo así. Una fría mañana de diciembre, como esta. Me quedé a escuchar al abuelo del pibe, y a comer caramelos. La cámara, justo estaba en mi bolso.

Agenda



La amarillenta nota fue hallada por una mucama, la primera en encontrar el cuerpo. Se supo que de joven, el tipo había estado alojado en el hotel, con una rubia champagne. Ella lo había dejado una noche como esa, pero de varias décadas atrás. La Capital del día siguiente publicó la carta sin nombres ni fechas, por expreso pedido de la familia.

“Alguna noche, en treinta o cuarenta años, voy a regresar. Sin la carga de mi dudoso buen gusto y con el perdón de los años, haré dos cosas. Usar sombrero y empezar a fumar. Después de estar haciendo cosas por ahí, buscaré la forma de escapar de esas caras nuevas que van a burocratizar esa vida que estaré llevando. Voy a caminar por esta misma subida. Maldiciendo ese mismo dolor de rodilla que la primera noche te ofendió.
Me alojaré en este mismo hotel, bajo la única condición de tener la mejor habitación. Durante la cena, cuando el salón este lleno de turistas extranjeros, de murmullos internacionales y de mozos sin descanso, voy a atravesar ese comedor y me sentaré al piano. En cinco minutos y veintiocho segundos, voy a desarrollar lo aprendido con la Señora Ana, durante los últimos 7 años. Ya nunca más mis manos tocarán de nuevo. Voy a pedir un brindis por vos, y por esa noche. De hace treinta, o cuarenta años atrás.”


Nota: Al enterarse de la historia en el diario, todos hicieron la misma pregunta sobre esa noche. Los mozos con más antigüedad del lugar, tararearon algo así, como respuesta…
http://www.youtube.com/watch?v=TbXO4cD2TLo&feature=related