domingo, 3 de octubre de 2010

CCC


Los de la Defensoría del Pueblo continuaban atrincherados, atrás de un muro de termos y galletitas de agua. Desde la casona del pasaje Álvarez, se quejaban como si no tuviesen nada que ver. Hasta que los de la Corriente Clasista y Combativa no desalojen la plaza, nosotros no trabajamos. Y se levanta de su sillón. Sacude unas migas de su camisa mal planchada. Va a poner agua para el mate por tercera vez en la mañana. En frente, la Plaza Pringles era un campamento y no todo el mundo sabía bien porque.
Pasa una mujer mayor que iba a la peluquería y escupe cosas como, toda esta gente acá, que cosas hay que ver, que alguien haga algo. Y yo, que venía pegadito a la pared porque llovía poco o la mujer escupía mucho, le digo que empezaron las Fiestas de las Colectividades. Entonces cruza esquivando gente a la plaza. Ofrece unos cincuenta y dos pesos por una bandeja de guiso de ayer. Inmediatamente, se calza un poncho que estaba colgado al lado de una fuente. Se lo quiere llevar, y pela una Visa Golden.
Otro vecino se baja indignado del auto porque la municipalidad puso un baño delante de la cochera. Fueron tantas las puteadas de este bigotón, que abandone urgentemente mi escritorio. Suspendí todas las reuniones. “Llegó la primavera y estos pibes quieren vivir de picnic toda la vida, usted ha sido joven también, mi amigo” Y el tipo me palmea el hombro, se prende en un partido donde un arco esta en calle Roca y el otro en Paraguay. Dice que no se divertía así desde que se caso con su señora, que no para de tocar la bocina del coche a unos metros de la mitad de cancha.
Y por último, la vieja de los tacos altos que saca a pasear a su perro. Vestida para boda. Y que Duque no puede ir a mear al árbol donde mea desde hace diez años porque están los negros de la carpa. Y que ella paga los impuestos. Y que a estos, les tiras un pico y una pala y no queda ninguno. “Señora, la navidad esta a la vuelta de la esquina. Precisamente ahí nomás ya montaron un pesebre viviente. Fíjese bien, si hasta la palmera, es la estrella de Belén”. Y la vieja pasa por adelante. Se persigna tres veces. Se arrodilla a rezar.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Bienvenida


La primavera baila con pies descalzos por las veredas recién baldeadas de la ciudad.
Se ve en los basureros que abandonan sus puestos de trabajo en la calle, para besar colegialas en el día del estudiante. Pelo largo. Y falda corta.
El lustrabotas de Corrientes y Córdoba, dibuja margaritas en los zapatos de los tipos que entran al edificio de la Bolsa de Comercio. Cuando los clientes de corbatas italianas dejan de mover dólares por celular, se dan cuenta y no le quieren pagar. El lustrabotas artista y jardinero, les grita que pongan los zapatos al sol y los rieguen. Por la mañana y a la nochecita.
Un taxista apaga la radio. Apoya su codo en la ventana. Pide permiso y se prende un porro.
La estatua viviente renunció a su trabajo. No pasa más de cinco segundos en su pequeño altar, que empieza a reírse a carcajadas y abraza a todo aquel cristiano que pase caminando. Salen todos manchados de blanco, por Córdoba. Si alguien acerca una moneda, les invita con vino.
Hoy estoy tan seguro que vendrás a vivir esta primavera mínima, que ni el péndulo del reloj en la Torre de los Ingleses, se atreve a contradecirme.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Primer Piso

Mitre 411

Cuando el solcito de la mañana, empieza a calentar sus cuerpos, ellas asoman al balcón. No se sabe con certeza si son primas o hermanas. Vecinas, quizás.
Abajo, los obreros de la oficina ganan la calle y se van a morir atrás de un escritorio. Entre folios, biromes que nunca funcionan y un teléfono. Recién planchados de pies a cabeza. Quizás, no vuelvan a sus hogares.
Ellas los piropean.
Si algún caballero se da por aludido y levanta la vista buscando el cuerpo de la voz, las tres se hacen las distraídas y miran para otro lado. Después se señalan una a la otra, con cara de sorpresa y se ríen a carcajadas. La pelirroja es la peorcita de todas, dicen las viejas. Siempre con uno distinto.
Todos van con la oreja parada por Mitre. Campaneando para arriba.

domingo, 12 de septiembre de 2010

La huida

Teatro El Circulo, sábado 4 de septiembre.

Eco de último aplauso, y Serrano que abandonaba las tablas. Su sombra se hacía una, entre las sombras más oscuras que nacen en el futuro, en la incertidumbre o en la parte de atrás del telón de El Circulo.
Un técnico ganó la escena. Volvió a enfundar la guitarra, que todavía olía a pólvora. Otro, desconectaba luces y el sonidista robaba el último número de teléfono de la función, a una desprevenida rubia de fila tres.
Dos empleados de limpieza, caminan entre las butacas del teatro ya vació y en silencio. Iban y venían. Uno encontraba cosas. Una bufanda con perfume de mujer. Un par de anteojos. Un celular. El otro barría despacio. Silbaba. Se detiene ante un papel abollado. Apoya la cansada escoba sobre la pared y desparrama su cuerpo sobre la butaca 354. Extiende el papel sobre sus piernas. Eran los planos de una huida.

sábado, 29 de mayo de 2010

Locos

La Patria, de Lola Mora

Se escapan los locos de la residencia de calle Santa Fe. Agarran Córdoba y caminan rápido y con pasos cortos. Entre las miradas de los que toman café y las mesas de los barcitos. Entre esas dos cosas, caminan rápido.
Pasan del viejo edificio del Correo, porque ya nadie les escribe. Pasan también de la Catedral, porque ya nadie les reza. Se sientan al lado de La Patria, de Lola Mora.
Uno le promete llegar a caballo y llevarla a cenar a un lugar limpio. El otro promete volver mejor peinado y sacarla a bailar. Se putean entre ellos.
Cuando los turistas llegan al Pasaje Juramento con cámaras, botellas de agua mineral de litro y sombreros extraños, los locos le piden monedas y cigarrillos.
Las monedas son para comprar un abrigo a la inmóvil amada. Para que el otro no le mire las tetas. Los cigarrillos, para fumar abajo del agua que los separa de ella.

domingo, 14 de febrero de 2010

Homenaje.

San Lorenzo y Paraguay, hoy por la tarde.
La idea había surgido de un viejo artesano del barrio Pichincha. Cansado de escucharte nombrar y no verte. En los ámbitos más selectos de la escena cultural, o entre las mesas de los bares más oscuros de la ciudad. El monumento a la mujer que roba las noches, se levanta en la esquina de San Lorenzo y Paraguay.
Te capto con cincel. En tu habitad, allá en la altura. Colgada de los techos del insomnio. De aquellas habitaciones, en donde nunca dejaron de soñarte. Los que te tuvieron en los brazos.
Te recreó a escala. En peso, estatura y alma. De piedra, como alguna vez te dije. Y siempre al borde del precipicio.
Camino todos las noches rumbo a tu mezquita ardiente. Y soy uno más, entre todos aquellos fieles que lamentan no ser la voz que reconozcas familiar al otro lado del teléfono y te robe una sonrisa. No saltes sin mí. Y también nos sentimos inútiles. Porque no son nuestros, los brazos que te aguardan si es que algún día algo, te hace caer en la duda.
Llega el amanecer y los gerentes que van al banco, nos esquivan con asco. Varios se despiertan sobresaltados. Yo termino mi ofrenda de tinta y más allá un señor mayor, sacude la espalda de su abrigo. Otro mira su reloj, y aquel sobre la puerta dobla una vieja frazada, te hecha una última mirada y se pierde entre la gente que espera, para cruzar la calle.
La noche llega al fin y aquellos que decidieron pasarla en tu esquina y soñarte en vivo, vuelven a su vida de oficina, café y reuniones con desconocidos. Y ojeras.
A modo de despedida, te ofrecemos como siempre el colchón de pétalos. Puede ser que en esta gris mañana, decidas por fin saltar. La esquina ya esta ocupada por el vendedor de flores. Y quizás hoy, nos ofrezca una rebaja.

sábado, 30 de enero de 2010

Gardel


Gardel nació dos veces. Una, la oficial, fue el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia. La otra, más de entre casa e hija del rumor con el que se construyen las buenas historias, en Tacuarembó algunos años antes. 1887, uruguayo.
A los dos años y medio ya jugaba por las calles del barrio del Abasto. Porteño y caradura. En 1923, se nacionalizo argentino y diez años después llego a Rosario. Colmó las localidades del teatro Broadway y al finalizar el concierto, fue agasajado por la Alianza Francesa en la ciudad.
Allí, en plena cena, creyó volver a ver a Ana, a quién ya había vislumbrado sentada sobre un sector de la platea, junto a la hija del embajador francés y sabe dios quién más. Movió algunas sillas, tomo dos copas y se acercó hasta donde estaba ella. Le ha gustado el concierto. ¿Usted canta? Me pareció verla en la platea. No era yo. Disculpe, no quise molestarla. Deje la copa, por favor y siéntese, que estas fiestas suelen ser muy aburridas. ¿Así que usted canta?
Hablaron y rieron. El, mostro sus títulos y ella se mantuvo indiferente. De vez en cuando se quitaba el pelo de la cara y eso a el le gustaba. Hablaron y rieron. En esa hora en que nadie se acuerda de nadie y los mareados se llevan abrigos con los que no llegaron, se escaparon del lugar.
Caminaron por Laprida hasta el rio y el insistió en acompañarla hasta la casa. Por la calle Salta, algunos trasnochados que andaban por ahí, lo vieron pasar. No, no podía ser el. Otros, ante la duda lo saludaban y el respondía amable. Adiós muchachos. Buenas noches señora. Aquí, acompañando a la señorita, que no son horas para una mujer bien, verdad?.
Se detuvieron frente a la puerta de un pasillo de calle Jujuy. Casi llegando a Callao. Allí, el cantor de los cien barrios porteños, volvió a ser un pibe. Y enamorado, prometía más conciertos en Rosario. Cantar, todas las noches en el Broadway. Infinitamente, hasta que usted, Ana me acompañe. Aunque no venga nadie y me quede sin voz. Hasta que mis músicos renuncien y los diarios olviden. Gratis, en esta misma calle. Ana, venga conmigo.
Un farol de luz se prendía y apagaba con el viento.
Ana sonrió. Balbuceo que era tarde y que su padre debía estar preocupado. Ante el beso final, corrió la cara, apoyo su mano en el hombro de Gardel y le dijo que se vaya. La comprometía.
Gardel murió dos veces. Una en 1935 en mitad de una gira por el Caribe, en el Aeropuerto de Medellín, el 24 de junio de 1935. Los que lo conocían, aseguran que fue antes, en 1933 después de un concierto en Rosario. Bajo un farol que se prendía y apagaba, una puerta se cerraba.

martes, 12 de enero de 2010

Penumbras.


Mientras el gerente de la Empresa Provincial de la Energía le echa la culpa al tiempo y a los peligrosos efectos que produce el calor en los generadores de alta y media tensión de la ciudad. Mientras que el Intendente intenta llevar tranquilidad a los ciudadanos y prometer que el servicio energético volverá con normalidad "deunmomentoaotro". Mientras que los vecinos se quejan del calor, llenan las calles de puteadas y linternas y más puteadas y los diarios ya amenazan con el cronograma de cortes de luz prolijamente separado por zonas, un grupo minoritario de hombres, reza.

Reza este grupo de románticos. Y enciende velas sobre una mesa con dos copas y vino tinto. Porque ella, esta a punto de salir de la ducha y la cena esta casi lista. Ruegan porque el corte, dure algunas horas más. Y también, ensayan oraciones. Para que el nuevo dios Gitano, les conceda "Porque yo te amo". En esa pequeña radio a pilas. Cubierta de polvillo. En el último estante de la cocina.