sábado, 29 de mayo de 2010

Locos

La Patria, de Lola Mora

Se escapan los locos de la residencia de calle Santa Fe. Agarran Córdoba y caminan rápido y con pasos cortos. Entre las miradas de los que toman café y las mesas de los barcitos. Entre esas dos cosas, caminan rápido.
Pasan del viejo edificio del Correo, porque ya nadie les escribe. Pasan también de la Catedral, porque ya nadie les reza. Se sientan al lado de La Patria, de Lola Mora.
Uno le promete llegar a caballo y llevarla a cenar a un lugar limpio. El otro promete volver mejor peinado y sacarla a bailar. Se putean entre ellos.
Cuando los turistas llegan al Pasaje Juramento con cámaras, botellas de agua mineral de litro y sombreros extraños, los locos le piden monedas y cigarrillos.
Las monedas son para comprar un abrigo a la inmóvil amada. Para que el otro no le mire las tetas. Los cigarrillos, para fumar abajo del agua que los separa de ella.