domingo, 17 de mayo de 2009

Cádaveres


Cuelgan, desde hace un tiempo por calle Corrientes. Cadáveres de letras. De noche, cuando hay viento desde el lado del río, giran en circulos haciendo más tensa la cuerda en el cuello. Algunas tienen los ojos cerrados. A otras es difícil mirarlas a la cara porque sus gestos ahogados, de último respiro, asustan a los peatones. Y las madres les tapan los ojos a los niños, cuando pasan por allí. Fueron sentenciadas al amanecer, cuando empezaron a volverse inútiles. A la vista de porteros que limpiaban vidrios. Barrenderos que detuvieron la marcha para ver el cruel espectáculo. Los panaderos abandonaban sus puestos y preguntaban por los motivos de las ejecuciones, mientras sacuden harina de sus manos.
Habían sido detenidas por intento de robo. Agravado por uso de armas. Utilizaban acentós donde no correspondía. A veces, intercahlaban haches para lograr que la victima distraída, se detuviera. Aparecían de noche. Sabían que la resistencia era menor en la oscuridad. Intentaban robar unos ojos. Si. Tus ojos.

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