lunes, 2 de febrero de 2009

Casa


Esta lejos de donde pensábamos pensar. Pero optamos por decirle casa. Porque adentro se escuchan charlas en rosarino original, y en la cocina hay una foto de Julio Sosa.
Le decimos casa, porque una noche, el aroma de empanadas fue invadiendo el cuarto piso, y nos quedamos sin hielo para el fernet. Porque vienen a cenar familiares, amigos y socios con abono por temporada. Y decimos que pasen por casa, que vamos a estar ahí.
Si, casa. Porque nos resulta cómodo y porque esta noche nos quedamos hasta tarde, viendo una de Darín en la Dos.
En sus paredes, cuelgan fotos de otros que nos fueron formando, y nos hicieron lo que hoy somos. Por eso, pueblan las paredes de esta casa.
Si la sentimos tan casa, es porque en los estantes del salón hay un libro de Sábato, y los domingos se escuchan tangos de Adriana Varela desde la planta baja.
Es bueno justificar que no usamos cualquier palabra para referirnos a este lugar. Decimos casa, porque se extraña, de uno y otro lado del teléfono. De móvil a celular.
Es casa, porque el contrato con la inmobiliaria lo firmo ella, y los impuestos vienen a su nombre. Pero también, porque a la tarde se toma mate, porque hay una lamina del Monumento a la Bandera apunto de ser colgada, y porque nomás girar la “lliave” que abre la puerta, vuelve a ser “shave” que dejamos arriba de la mesa.
Es casa. Porque en esta noche que nieva afuera de sus ventanas yo estoy abrigado, a bordo de mi cabeza, cruzando sin mirar la calle Sarmiento.
Vivo en el numero siete.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una casa para mí no es donde se vive, por bien que se viva. Es donde se ha vivido, donde todo nos recuerda algo. Donde todavía nos parece ver a los que vivieron antes que nosotros y eran nuestros también