miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cruz Roja

"Cruz Roja" de lu6fpj Facundo Fernández, en Flickr

Mientras cruzaba la niebla y la arena del stand de Siria, recordaba como es que había dado con el misterioso mapa. Fue el encargado del edificio, quien me dio el dato en el ascensor, en un viaje de planta baja al quinto. La existencia de un mapa, el dato del tesoro buscado por todos los hombres, la gran cruz roja, y pocos detalles más para emprender la inmediata búsqueda.
Ya subiendo por Laprida, recuerdo los riesgos que enfrenté de cara a aquel beduino. Las indirectas acerca de mi objetivo, la negativa a primera instancia del vendedor, y la compra de una ensalada de frutas para que accediera al intercambio. Antes de salir de las Colectividades, el tipo me aseguro que el mapa traía grandes penas consigo, que muchos marinos habían estado tras la gran cruz roja y nunca más se había vuelto a oír de ellos.
Nada me importaba. Apurando el paso hacía la cruz indicada, mi corazón se salía del pecho. Podía ver en mi mente otra vez su cara. Esa cara que me quitaba el sueño una y otra noche. Le diría con detalles como fue que volví a dar con ella. De este ajado mapa, del beduino, de mi viaje por Siria, de esta noche de calor. Practicaba las palabras justas, no podía dejar nada al azar.
A unos metros del lugar indicado, volví a ver el mapa. 1553. Golpee la puerta y tras unos eternos segundos, una pálida anciana, abrió lentamente. Sin comas y de una exhalación, me presente, agité como un loco la amarillenta cartulina y trate de invadir el amurallado lugar.
La señora comenzaba a hablar. Parecía saber el guión, de otras veces. Daba la impresión, de haber estado en esa escena eternamente.
Puso su mano en mi hombro, y juró que no iba a mentir. El stand, no existía. Era atendido por cordobeses. El mapa, se podía comprar arriba de cualquier 145 junto a una birome mágica, o un destornillador. Ese lugar marcado por la cruz roja, era efectivamente la Cruz Roja, y el tesoro que roba mis noches fue secuestrado hace seis años.
Volviendo por Pellegrini, tiré el mapa en un cesto. Sacudí la arena de mis zapatillas y maldije mi nombre.

3 comentarios:

Sole dijo...

Llegue paseando por los blogs y me ha encantado tu escrito...

No maldigas tu nombre, hiciste el intento, que no es poco

Tenemos un mismo gusto al parecer,Ismael

Anoche fui al recital de Bergia, muy simpatico

Te dejo un beso y te espero cuando quieras por mi lugarcito

Anónimo dijo...

es bueno andar sin mapas ,el destino es uno mismo ...

saludos coty!

Anónimo dijo...

"Todos los mapas mienten, salvo el del corazón; mapa del corazón tan pocas veces escuchado...punto de partida que es llegada..."
Dice el genio de Córtazar.
un beso